lunes, 2 de marzo de 2015

Nómada



Sale muy temprano, pisa fuerte el acelerador y toma la carretera,  decidido esta a ver el mundo, tomar por los senderos mas sinuosos, y solo regresar cuando tenga mil y una historias que relatar, no antes, se imagina excesivamente viejo rodeado de chamacos que mas por la facha le atienden que por lo extraordinario de sus historias, lleno de cicatrices, negro de sol, con tantas arrugas como vivencias, con los deseos cumplidos todos, los del alma y los de la carne, tal vez uno o dos sin hacer, pero considerando lo corta de la vida ese sería un saldo muy chingón después de todo.

El viento frio que se apresura a huir al romper el alba, le hiere las pupilas con navajas que la velocidad afila, baja los gogles, y sonríe mientras un llanto breve escurre por sus mejillas disolviéndose con la fricción del aire.

Por equipaje solo lleva una maleta llena de recuerdos hermosos, y en un viejo libro que nunca deja, besos rojo carmín secándose  entre sus páginas,  los días de juventud y vigor se van quedando atrás así como la cuidad a sus espaldas, la que apaga sus luces una a una conforme el astro sol asoma tras la montaña rayando de oro el horizonte.

Decidido está a no malgastar un solo día más de su vida trabajando en la oficina, conforme mueve sus manecillas el  reloj dicta instrucciones estúpidas: tic tac: produce para otro, tic tac, ve a comer y regresa, tic tac, soporta la rutina, tic tac vive pero no sueñes tic tac  sueña pero no actúes tic tac tic tac tic tac…

Solo se sentirá satisfecho viajando en alas de libertad, sin que el dinero sea el motor de su existencia, su brújula en automático lo lleva a donde tiene que ir y estar, en hora exacta.
Su maquina ronronea sensual por el escape y las ruedas se aferran al asfalto para las que fueron hechas, -llévenme lejos, allá donde el mundo al oído me cuente secretos arcaicos, allá donde la soledad me enseñe a ser la mejor compañía, allá donde su recuerdo arda y caldee la hoguera  cada noche que el frío de las montañas me muerda voraz, entonces  a solas, rumiare tiritando en secreto, evocaciones de tu  deliciosa anatomía.

Decidido a seguir al sol cada día en su ruta y tal vez llegar donde dobla la esquina del mundo
Decidido a vivir un día a la vez, un momento a la vez, una vida a la vez.
Viajero en búsqueda de si mismo,  el viaje  la misión y  la misión el viaje, no más.
Incansable, resuelto a alcanzar su destino, alcanzar el Bósforo, sumergirse en el misticismo del Bizancio y penetrar el Asia por la sagrada puerta de la cuidad de Constantino.

Vagar por las estepas del Khan y sus vastos dominios, hasta la tundra y los mares de china, desde el Tíbet hasta nadar en el Ganges.

¡Trasciende a tu época, a  ti mismo  y marcha sin fin por los antiguos tiempos, ve allá y vuelve cargado con las riquezas propias de tu sangre Nómada!

Bibián Reyes
Marzo del 15.

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