viernes, 26 de septiembre de 2014

Darkness






Tic tac, tic tac, tic tac, tic tac….
Resuena  con escándalo en mis oídos, tic tac, tic tac, tic tac, sin tregua, sin final ni freno, por lo menos  para esta naturaleza, tal vez en otros ciclos cósmicos el segundero no tenga razón de ser, ni funcione o exista, allá tan lejos, o quizás tan cerca en dimensiones dónde el tiempo y su demoledor paso no destruya lento la existencia misma, pero no es el caso, sus puntuales pulsos me sentenciaron hace mucho y ahora me aproximan a mi inevitable destino..
En este preciso instante, escucho su jadeo,  la silla cruje con el temblor del cuerpo, el sudor perla  mi frente, los nervios punzan las yemas de mis dedos, mis miembros antes rígidos, poco a poco se relajan ante lo inevitable, enfrentar a la muerte y mirarla cara a cara es una fascinación por pocos deseada.
El inconfundible olor a orina me indica falta de control a los básicos comandos físicos, ya no hay remedio posible,  son muchos mis pecados, mucha maldad dentro mi ser que con cada vez intenta  ser redimida, el acero destella en la penumbra al pasar frente a la ventana,  trago saliva solo unos segundos me separan del momento, del instante en el que mi alma se libere de dudas, del miedo y pueda mirar de nuevo el rostro del creador.
Ya está muy cerca, puedo mirar sus pupilas dilatadas, un alarido resuena en el vacío espantando las ratas   que furtivas,  huyen dentro de las paredes, pero no será por mucho tiempo, sabedoras de lo que sigue en esta escena por ellas conocida,  pronto volverán, le han tomado gusto a la sangre tibia, a las vísceras frescas, a los despojos.
El acero en la carne es una sensación aparte a todo lo demás, rebanada tras rebanada el loco frenesí es imposible de contener, la sumisión de los tejidos frente a la rigidez del metal, es tal como hacer el amor, el deleite que ofrece la vista de los tejidos separados, los que  sorprendidos derraman plasma intentando cubrirse con pudor.
Ahí va el acero, trasss, entra por el vientre, trasss ahora más arriba por el cuello y de inmediato los estertores de muerte aturden mis sentidos, me pongo lívido, la boca se me seca, con los ojos en blanco, alcanzo el éxtasis en el festín de muerte, mis pensamientos son claros,  mi ser se aquieta completamente, libero mis  recuerdos dolorosos, en ese instante siento que cualquier cosa puede ser mía con solo tomarla,   al mirar sus pupilas que de tan dilatadas, puede verse la vida abandonando el cuerpo, chorros de sangre bañan mi rostro y por ello completamente excitado, suelto el cuchillo, pero con la otra, aferro mi pene el que en ese momento chorrea el rostro desencajado de mi infantil fetiche, mientras que su alma, abandona con rumbo a las dimensiones celestiales su desangrado cuerpo.
Bibián Reyes Septiembre del 14.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Noche de putas



De los momentos del día, sin duda el que más me llama es la noche, dimensión aparte llena de secretos y prodigios, campo a deseos, ensueños y pasiones, espacio donde todo por el día prohibido, toma lugar y  se justifica,  la oscuridad tiene un carácter seductor que se conecta con quién sabe qué partes de nuestros cuerpos intangibles, y motivan a la carne a actuar de maneras que a la luz del día sería casi imposible de llevar a cabo.
Hay noches estrelladas que me han prodigado en inocentes fantasías, noches oscuras en las que al oído me respiran seres infernales, noches lluviosas que desatan románticos ensueños, noches cálidas que incitan al abrazo lúdico, noches donde hay caminantes oscuros y flota en el ambiente el miedo cual niebla invisible a los ojos, pero que desorbita los  párpados sin explicación alguna, noches de luna donde mi bestia interna se despierta otorgándome gran inquietud  en la entraña y mucha percepción extrasensorial…

Pero hoy no es una noche de esas, las nubes de septiembre que siempre auguran lluvia ciclónica ocultan al satélite en su totalidad, tampoco la luz estelar se filtra al mundo, una paz desesperante rodea mi habitación, pleno en frustración, soledad y enojo, abandono el bolígrafo, me levanto de la silla fastidiado, cojo mi chaqueta, abandono el teléfono y salgo a las calles vacías, las luces de la distante cuidad hacen sentirme, distante, ajeno, insignificante.
Compro cigarrillos aunque no fumo, pero hoy estoy distinto, soy otro, o tengo ganas de ser otro, mundano y mediocre, mis pasos me llevan sin prisa pero certeros al  sitio, un par de gorilas me cierran el paso a la brillante entrada, con un fingido acento amable me pasan báscula y me dicen:
Bienvenido patrón, diviértase estamos para atenderlo.
Me adentro por un pasillo lleno de espejos, el sonido a todo volumen del interior  distorsiona disparando armónicos impares que escandalizan mis educados pero mal cuidados tímpanos, me detengo, dudo en avanzar el par de metros que me separan de la calle a una moderna Sodoma tan sórdida como estridente.
Nervioso saco un cigarro, no tengo encendedor pero no importa, una mano atenta me extiende una azulada llama.
¡Gracias!
 Exclamo entre dientes sujetando con los labios el enrollado tabaco, el perfume en la mano me causa excitación pero intento aparentar calma cosa que no ocurre, inhalo con fuerza la primer bocanada y lo uso de detonante, ahora si aparento lo que no soy, con cigarro en boca y mirada de cabrón, doy la cara   a la mujer que con su mejor sonrisa, intenta hacerse de mi atención y de mi plata más tarde, gracias mamacita, le digo imitando a un wey que era actor,  y se llamaba  Valentín Trujillo,  recuerdo haberlo visto tratar así a una fichera en alguna película setentera.
¿Me invitas una copa?
Me lanza de inmediato, con más súplica que seducción en su tono, y mientras lo dice, acaricia la hebilla de mi cinturón, a esto más que deseo me causa un nivel de repulsión elevado, sonrío con la misma falsedad que ella y le respondo:
No mamita, pero gracias por la lumbre.
Antes de haber terminado la frase, la tipa ya había dado la vuelta y perdido todo interés en mí, más seguro, por fin me adentro en esa maloliente sala, donde ya en el tubo una voluptuosa  Eva se contorsiona destacando sus más íntimas partes toqueteándose los flácidos senos, paso obligadamente frente a ella y me lanza una mirada cargada de  lascivia, yo en mi performance de Actor de pelis de ficheras, la miro retadoramente y le mando un beso que le cae debajo de la cintura, ella sonríe y se convulsiona de nuevo en esa exhibición total de sus posibilidades motrices.
Me planto en la barra y pido una Victoria que donde sea que la tomes es la neta, un mesero atentísimo frota una franela en la botella y me extiende la mano, sonríe un poco dejando ver la ausencia de un par de incisivos, imagino entonces como estaría la putiza en la que los perdió.
Escaneo todo mi alrededor, en una mesa cuatro mujeres solas se mueren de aburrición y no es para menos, sus carnes tiene tiempo ya que dejaron sus ideales sitios,  las diminutas prendas no provocan más que lástima a mis ojos, pero no sé, tal vez luego de varias cervezas haya quién las empiece  a ver muy atractivas.
Al fondo dos ñores con facha de albañiles ya perdieron las ansías, la feria y la figura, descansan la cara y brazos sobre la mesa completamente borrachos; en la mesa contigua todo lo contrario ocurre, un par de machines tienen en las piernas a tremendas golfas, una con unas exuberantes  tetas pero pocas nalgas, y la otra, con pocas chichis pero bien culona.
La pista es un espectáculo aparte, parejas, o mejor dicho disparejas bailan un tema de Camila con sus mejores y apretados movimientos:
Besámee, como si el mundo se acabara después…
Besameee y con tus besos pon el mundo al revés.
Y tras pinches besotes en la boca que  les aterrizan las viejas a sus parejas pienso:
¡Verga! no mames que pinche asco…
 No puedo controlar mi expresión facial y volteo a otro lado, un tipo me descubre haciendo gestos  y de inmediato le comento:
-bueno que chingados, ¿están haciendo anticuerpos, no?
Nos cagamos de la risa y cada quién sigue en su pedo.
Entonces mi mirada da con la fila de chicas que esperan por entrar a los apestosos baños que como por regla estos metederos así los tienen, se abre la puerta y sale un ángel oscuro de como uno sesenta, morena clara de no más de mm, ¿qué será? unos veintidós, a lo mucho, o quizá menos y este estilo de vida le haga aparentar más edad de la que tenga.
La observo con curiosidad por todos lados, lindas piernas, vientre planito, caderas pero no tanto, senos pero no escandalizan, rostro bonito diría yo, ella descubre mi mirada y de inmediato me coquetea, con la cabeza la llamo y se alegra de inmediato.
Busco una mesa, jalo una silla para que se acomode y yo me planto en otra, pero ella rechaza mi ofrecimiento, viene directo a mí, y se sienta en mis piernas, mi primer pecado de novato que olvido de inmediato, ella me circunda todo con sus felinos y entrenados brazos, por fuerza mis manos van a dar a sus piernas y cintura, ¡que tacto, neta que rica piel!
¿Cómo te llamas? Me lanza muy sonriente.
Me llamo Hugo…  segundo error, -pendejo para que le dices tu nombre- pienso.
Ah y dime ¿a qué te dedicas?
¡No pues debo mostrarme importante! -Soy ingeniero- respondo medio mamoncito -ahí vas otra vez, ¿Que viniste a confesarte? -Me reprocho de nuevo.
Orales, que padre, ¿oye me invitas algo de tomar?
Claro muñeca, ¿Que tomas? Dime
Una cerveza, responde llamando con la mano al mesero que de inmediato se la pone en la mesa, ella con una servilleta la enreda, marcándola o algo por el estilo, seguimos conversando, a esto ya traigo dentro varias vickys de media y la lengua se me ha aflojado tanto como la moral, le acaricio el vientre y algo más,  también la espalda y con lo delgada que es me alcanza para apretarle un seno.
A mí me gusta bailar, al oído me susurra y anima en mí algo más que mis deseos por el baile, la conduzco y ella camina como en un certamen de belleza, una vez sobre la pista iluminada, me lleva las manos al cuello y gruñe como gatita, mmmrrmmrr, esa canción me gusta muchooo.
“Y no es por esooo, que haya dejado de quererte un solo día, estoy contigo aunque estés lejos de mi vida, por tu felicidad a costa de la mía”….
Regresamos a la mesa, ella pide otra chela, a mí no se me va  la onda de que la otra ni se la ha tomado, pero nada le digo, bebemos una y otra más, más caricias, mas cachondeo, ella me habla de la colonia  pinchurrienta donde vive con su mama y su hijo, -él es todo para mí me dice, por eso trabajo, para que nada le falte-
Y el papá le pregunto, ¿dónde está?
Yo soy de Veracruz, y allá lo deje, es un hijo de la chingada que me pegaba, por eso me vine para acá.
Miro sus lindos rasgos y me pregunto, ¿quién se atreve a madrear a una chamaca tan chula? no mames.
 Pero el encanto me dura poco, ella se acerca al mesero y le habla al oído, este  va y regresa de inmediato, sirviendo otra cerveza y recogiendo disimuladamente las tres o cuatro botellas semi- vacías que ella mantiene lejos de mi alcance, ya llevo seis mi amor, págamelas por favor.
Espera le respondo, no llevas seis, si acaso son cuatro.
La cachonda diva se transforma en una fiera y me responde, retándome con la mirada:
Mira cabrón, si no traes dinero, para que me llamas contigo, págame ahorita mis cervezas para no tener ningún problema.
Salgo de la hipnosis que tal bicho me había provocado y de inmediato saco la cartera, cuanto te debo, le pregunto tan frio como ella.
Son doscientos pesos, me dice muy segura.
¡Hija de su pinche madre!
Pienso mientras pago de mala gana pero de inmediato, entonces se lleva el dinero al seno y desaparece de mi vista rumbo al baño, yo me sonrío, y volteo en otra dirección,  donde una mirada ya me sigue con interés, ignoro esto pensando: Pinches putas  son bien hijas de la chingada…
Camino rumbo  la salida, encuentro a un conocido, nos miramos, nos sonreímos, yo levanto los hombros, el en señal de aprobación, me extiende un brindis con su chela mientras la chica sobre sus pantalones le besa el cuello y oreja, la niebla es tan densa que casi se toca, alientos y perfumes agrios condimentan el fuerte olor a sexo, a feromonas, a sudores y lubricaciones.
Salgo a la calle el frio de la madrugada, me apendeja un poco más de lo que las chelas ya lo hicieron, los gorilas en la puerta me observan con atención para adivinar si me voy huyendo sin pagar o ya muy pedo para robarme y luego subirme a un taxi, o solo decirme:
¡Pásele patrón regrese pronto,  buenas noches!
Yo un poco atemorizado por su escrutinio, respondo:
¿Se debe algo?
Nada, mi jefe, pásele.
Agradezco y camino de regreso, Tropiezo a cada rato por el mal estado de la calle y por el mal estado de mí mismo,  reflexiono y me cuestiono en varios sentidos:
Cuanta necesidad, cuanta carencia, cuanta pinche soledad. 
¡Qué pinches gustos de venir a tirar dinero a lo pendejo en esta madre!
Recuerdo entonces las  palabras de un camarada:
- las viejas más baratas son las putas porque te cobran y a lo que van, no se andan con pendejadas-
O esto otro:
Va a llegar un día en el que solo tendremos dos cosas que darle a una vieja: asco y dinero, ojala que para entonces, tengamos mucho.
Llego a casa, el olor a antro me fastidia, no, no soy de esas andanzas voy a la regadera a quitarme el perfume de estrella, así se llama la nena o por lo menos así me dijo que se llamaba la cabrona.
 No hubo revancha, ni satisfacción, ni enseñanza, no hay nada relevante que contar en una noche gris como esta, en una noche de putas.

Bibián Reyes Septiembre de 14

jueves, 11 de septiembre de 2014

Muerte en las blancas fauces








He llegado el último a este confín del gran mundo , he venido al frente de cuarenta, los que uno a uno han caído, uno a uno la maldad blanca me los ha arrebatado con sus gélidas garras, juntos llegamos desde el sur animados por la hazaña, guiados por obtener la gloria destruyendo este terrible mal, dar esperanza a mi gente y por ello  se recuerden con cantos épicos en festines de victoria las proezas aquí logradas y se narren de boca en boca hasta que el ultimo normando desaparezca de la faz del mundo, que los niños jueguen a ser nosotros, que los padres den a sus recién nacidos nuestros nombres en afán de honra, que las doncellas ensueñen con nuestra virilidad y que los dioses nos premien con un lugar a su lado...

 Pero nada de esto ocurrirá, seremos pronto olvidados, acaso recordados años, un par de generaciones, no mas, nuestra expedición será un ejemplo de fracaso, de misterio, algunos dirán que nuestro barco fue tragado por el mar, otros que perdimos el rastro  de la bestia y morimos de hambre, otros que ebrios peleamos con los nórdicos que nos guiaban hasta darnos muerte unos a  otros, nadie sabrá nunca el desenlace de nuestra épica aventura, lastima, mis hombres se portaron a la altura de los más grandes guerreros, uno a uno cayeron con la cara frente al peligro, uno a uno ofrecieron su sangre para que yo hasta  aquí llegara, justo a su refugio,  pleno a su guarida, acá donde no hay mas norte, donde el sol no sale en el estío y no se pone en los deshielos de marzo; ya le miro a los ojos, ya sus heladas pupilas penetran las mías hasta los rincones de mi alma,  ya saborea mi carne tibia y huele mi sangre en el torrente, deseándola en ríos negros salpicando  sus patas.

he llegado el único, después de cuatro días bajo una  tormenta sin tregua, la nieve que sin descanso cae día y noche nos escaldó los miembros y la cara, luego por la noche diez murieron congelados, nunca más despertaron, la mano de un sueño los condujo a la dimensión de las sombras el primer día que desembarcamos, nada hay para hacer fuego, ningún árbol ni maleza, ni plantas ni nada, tampoco refugio para guarecerse, no hay si no viento y hielo, hielo y viento que protegen a esta temible bestia; así los restantes continuamos ligeros la marcha a su encuentro, una gran piel de oso, carne seca  y  mucho hierro son todo lo que cargamos, cansados de su yugo, hartos de su azote, venimos en pos de su rastro, inconfundible senda  de muerte y desolación, particular su marca, ineludible su espanto, día y noche la seguimos sin tregua y sin descanso, durmiendo poco vigilando siempre, sabedora de nuestra premisa, nos ataco con todo lo que tenia y los treinta sobrevivientes a la primer jornada, enfrentamos su furia, pero nuestras armas poco o nada son a su naturaleza perversa,  tal pareciera que no es de este mundo pues, nada en el le daña, por ello burlona se asoma y desaparece tras la ventisca, por ello juega y se divierte con nuestro arrojo, no hay lanza que la atraviese ni hacha que la cercene; entendida de ello llevó a cabo su matanza, que fue lenta y sádica,  con calma elegía su presa, su bocado, su juguete, sin más lo atraía mostrándose próxima, descuidada, y sin más lo cogía en vilo haciendo crujir sus huesos cual ramas secas bajo el tropel de caballos, pero nadie dio un paso atrás, nadie vaciló nadie suplicó, orgulloso estoy de mis hombres, de mis guerreros, de mis hermanos.
Corrimos tras ella cuatro restantes, corrimos llenos de arrojo decididos a  destruirla para siempre,  al alba por fin llegamos, y frente a su alucinante morada,  dos mas no soportaron la inconcebible visión que se mostraba a nuestros  ojos y colapsaron,  nos arrodillamos a levantarlos, pero sus mentes ya no estaban en esta realidad,  ¡pobres! tal vez fue lo mejor, y  más pobres nosotros ¡por lo menos ellos  ya eran libres¡
Retomamos la misión, intentando comprender donde estábamos ya que nada hay en este mundo  equiparable, ni  geometría, ni proporciones, una maldad de otro mundo se percibe en cada muro, en cada forma, en cada torre, en cada espacio.
Lozas de hielo eternas conducen al interior de la ciudadela, y a nuestro paso un linaje de otro mundo se adivina caminante de estas calzadas,  sin aliento en las bocas, extenuados   en cuerpos y mentes,  mis leales flanqueantes  señalaron con la espada la demencial presencia.
¡Ahí mi señor!
fieros  empuñaron la doble hacha y lanzaron su mejor ataque, pero sus cuerpos ya no respondieron a sus deseos, a su vehemencia, a su leal arrojo, cuando se dieron cuenta que me daban una oportunidad sacrificando sus vidas, se despojaron de sus pesadas pieles, uno a otro se ataron cuchillos en manos y pies para que al ser devorados, algún daño hicieran a la carne de ese demonio,  en ese instante, una inspiración divina llego a mi pensamiento, o la demencia se apodero de mi, tal vez no hay línea entre ambas o sean lo mismo, pues de inmediato supe que hacer,  no era la lanza, no era la espada, ni el arrojo, ni la valentía, nada derrota a tal frio, ni llena al vacio, o atemoriza al miedo mismo,  y así sin más, baje la guardia, enfunde la espada, solté el hacha, serena mi mirada, pausada mi respiración, halle respuesta a la pregunta más buscada, trascendí el miedo a la muerte, a la vida, al triunfo y la derrota,  a cielos e infiernos, al dolor, a la dicha, la bestia confundida, intento horrorizarme mostrándose total como nunca antes se había mostrado, y yo sin emoción en la mirada, la reté en silencio, quieta me observó, quieto la miré, comprendió que había sido derrotada, entonces preparé mi último movimiento, desanudé mis ataduras a este plano, aquieté la mente, dejé ir los deseos, abandone ahí todas mis necesidades,  desprendí mi alma inmortal  de la carne, trascendí a un plano superior, en el momento en el cual eso que fue mi cuerpo, perdió todo propósito dentro de  las blancas fauces de la bestia encarnada del miedo...