lunes, 4 de noviembre de 2019

UNESPECTED LOVERs


Bailarina experta que danzas y lo haces bien,
la gracia de tus pasos que hacen de la noche
un instante,
permea a fondo estas ganas contenidas
en los meses
en los años.
Compendio de viejas artes que puntual
recreas,
mírate montar a pelo amazona
y echarte a andar las abandonadas rutas;
correr sin brújula muy diestra
los viejos caminos
Por favor no hagas las preguntas
de las que no he de tener
respuestas.
La última sombra se ha ido
con las últimas luces del ocaso.
Así pues,
planta firme las plantas
sobre tus excéntricos planos
por mi parte te confieso
que he de confiar a ciegas
en la picardía de lo que dices: planes
en la locura de lo que sugieres: excesos.
Después de todo escucha esto:
No existe en el mundo alguien
que desee salirte al paso.

How can there be no love?
No feeling of passion too
The way we were dancing, love
How could it be I'm through?

Bibián Reyes
Benito Juárez
Noviembre del 19

martes, 15 de octubre de 2019

Fitness

He perdido la punta del hilo de la gran madeja que hasta hace poco desenmarañaba lento pero constante, harto dejé por la paz el intento, quien se ocupa de lo urgente no resuelve lo importante y así el vaso medio vacío nunca parece estar medio lleno.
 Tu sonrisa podía convocar montones de letras que ahora se ocultan en lo invisible, con qué facilidad las hacía venir a mí, ávidas por describir esas mis historias tuyas, bruja caldeabas mi alma con tus dos soles ardientes, en el pajar carbonizado era fácil hallar la aguja. 

Es consuelo me extrañes, en verdad sin excusa paso horas hurgando dentro algo, cualquier cosa que no sepa a su olvido o huela a su indiferencia, no sé cuándo dejaré de sangrar por la herida, de algún modo volveré a ti hoja en blanco.

Austero, bajo este régimen frugal de ideas desandaré el único camino válido, colectando las migajas que desprendí de mí, trazos de una ruta que nunca verán sus pasos. 

Dicen que lo que fácil llega fácil se va, me gustaría saber de ti si el papel de musa te es en verdad intrascendente, o tal vez la idea de ser inmortal al amparo de este gran amor vertido en tinta no deja para tus fines prácticos buenos dividendos.

Ciudad en ruinas ¿donde está la plaga humana?
Los frescos resecan impacientes
Las cámaras mortuorias mueren por ser vistas
Frivolidad de frisos, exquisas de golosas moscas 
Larvas por cientos en las axilas 
Semen seco en todos sus puntos flexibles 
Desde los lunares de la vagina hasta el ombligo
Flashazos sobre la extraña línea oscura.
¿Quién escupe sobre inocentes girasoles?

¡Frivolidad arriba!
Tres cuatro, así ¡muy bien!
vomita tu espejo el avance
¡Bravo nena, bravo!

Once in love you´re never out of danger
One hot night spend whit a stranger
All you wanted is somebody to hold on to…

Bibián Reyes
Octubre del 19

miércoles, 27 de febrero de 2019

BREVÍSIMO ATISBO A LA MEMORIA






Los mecanismos de la memoria al menos para mi son realmente e indescifrables, el cómo y el por qué de la repentina llegada de un recuerdo oculto en algún pliegue de la masa encefálica me causa curiosidad que no puedo satisfacer, el caso es que así de la nada recordé el día en que de muy pequeño me tiraba al suelo fresco de tierra del patio trasero y con los ojos cerrados girar la cabeza de derecha a izquierda de frente y en contra de los rayos del sol, mis párpados que iban del negro a un naranja encendido me dieron la idea de la gran potencia de la energía luminosa.

Por las noches bajo ese cielo estralladísimo de provincia, la avenida vía láctea se enseñoreaba de la media bóveda celeste, por ahí entre estrella y estrella algún foco rebelde pasaba entre los demás sin que nunca superamos con certeza que era, tuvimos oportunidad de compararlo con algún avión pero no era el caso ,este brillo era otra cosa y pasaba muy, muy alto; también a la distancia y al pie de los cerros que delimitaban el plácido valle, fuegos fatuos subían y bajaban en trayectorias definidas pero con desempeño errático, son brujas decían mis primas sin mostrar angustia o sobresalto.

Por las tardes la abuela Cleófas nos visitaba, llegaba bordón en mano para no tropezar con las tantas piedras de nuestra colonia rural sin pavimento por aquellas épocas, con el sol que se ponía alargando sus pinceladas en tonos rojizos, atentos disfrutábamos de sus innumerables historias de infancia, una que me gustaba era esa tan extraña que narraba con harto detalle, cuando ella y su hermanito Silviano, que en realidad era su primo, conducían las borregas del bisabuelo a beber al jaguey, justo de donde una diminuta mujercita bailaba sobre una piedra, perfectamente vestida de china poblana, taconeaba las lustrosas zapatillas mostrandoles objetos brillosos e invitándoles a acudir a dónde ella, sobre la gran roca que al llegar la época seca se iba haciendo cada día mas presente en el centro del cuerpo de agua.

No fueron pocas ocasiones que fuimos a caminar en el cercano bosque en búsqueda de hongos que con las persistentes lloviznas salían a montones, levantando sobre sí pasto y tierra,los mas comunes eran blancos de los pliegues dentro de la “sombrilla” y tallo, pero de un rojo intenso en la parte de arriba, llenábamos con ellos hasta tres o cuatro cubetas, lo curioso es que los vecinos de esos lugares nos advertían que no eran comestibles si no venenosos, pero mi papá que había pasado parte de su infancia allá por Villa del Carbón, decía molesto: “están locos” ¡son hongos de madroño!
llegábamos a casa a prepararlos con ajo y sal, ¡Santo dios! ¡Que taquizas armábamos con ellos y la salsa de molcajete!

Cuando los largos veranos sin clases nos conducían en bicicleta a recorrer las orillas del casi extinto rio eran grandes aventuras descubriendo salamandras y ranas, seguir los canales de riego hasta donde los viejos árboles de capulín nos retaban a bajar los mas negros que por lo general estaban en lo alto, pero cuidado, comer muchos así todos asoleados como los cortábamos de las ramas, producían dolor de barriga por empacho, yo prefería cortar muchos duraznos, igual encontrábamos muchos “chilitos” así les llamábamos a dulces e idénticas frutas que daban las bisnagas.

También eran divertidos los veranos en la Ciudad de México, allá íbamos en el bochito amarillo, ¡ay cuanto te quería canijo bocho! En el aprendí a arrancar un auto y conducir en primera en veredas con mi papá sudando y regañándome por todo; llegábamos por el lado de Texcoco hasta la Avenida Zaragoza llena en ese entonces de semáforos, no existían los puentes elevados de ahora, nomas era poner pié en el viejo callejón para iniciar dos largos meses de futbol por las tardes y mañanas frente a la televisión, eran imperdibles los maratones de caricaturas que allá en provincia no podíamos ver por que la transmisión no era satelital como hoy, de hecho la televisión los primeros cinco o seis años de que nos mudamos de la ciudad, ni la usamos, los pocos canales del giratorio selector transmitían la misma deprimente estática.

Era fácil ser niño ahora que lo pienso, a pesar de lo difícil que fue para nosotros el drástico cambio de la ciudad al campo,mi hermano y yo teníamos que imaginar las historias de nuestros héroes infantiles, él se la pasaba llenando cuadernos de dibujos con el hombre verde saltando como pulga de página en página ganando batallas imposibles a Galactus o al temido doctor Doom con la ayuda de la Mole, hasta que nos hizo muy felices un vendedor de revistas que semana a semana pasaba por nuestra calle y mi mamá nos compraba el Sorprendente Hombre Araña, La familia Burrón y la revista Geomundo, seguro estoy que los leíamos dos o tres veces diario hasta que volvía a pasar el sábado siguiente, sin embargo mi hermano nunca dejó el dibujo, gracias a la necesidad por narrarse las ausentes historias, desarrolló el gran artista que es ahora.

Siempre teníamos barro o polvo en los zapatos, era algo imposible llegar a la secundaria con los zapatos limpios, qué regañadas me daba el prefecto; ahora que recuerdo, pinche Michael Jackson que friega les puso a los vendedores de calcetines de color, pobre del compañero que no llevara el pantalón chincolo y el calcetín blanco, era causante de muchísima lástima aunque eso no dependiera realmente de él, había mamás que no entendían nuestra tonta moda y mucho menos la auspiciaban, otras menos severas les compraban en afán de complacerlos ¡calcetas! Era de risa verlos con el zapato gordo deformado y el amontonamiento del tubo de éstas en los tobillos cuando se les aflojaban los resortes.

Agradezco hoy al ejercicio de la memoria que me permite mientras escribo recrear los colores de la casa materna, y el sonido de los aguaceros de mayo y julio, el brillo de las pupilas de los primeros amores, y el llanto que esas ausencias dejaron tras su partida, justo como poner a girar un disco y saberte de memoria todas las canciones y hasta donde se debe cantar mas fuerte para enmascarar los chasquidos y scratches de la aguja del fonocaptor rozando por enésima vez el viejo surco de vinil.

Bibián Reyes
febrero del 19
Benito Juárez, Quintana Roo


jueves, 21 de febrero de 2019

Dyos bo´otik Invierno



Ayer se marchó el invierno de esta esquina de la península, no dio tiempo a agradecerle los días menos calurosos y las noches sin necesidad de soportar el ruidoso ventilador refrescando mi cuerpo sudoroso.
De esto me dí cuenta hoy, la humedad y el bochorno con sus propias llaves ingresaron a mi casa para instalarse a lo menos hasta bien adelantado noviembre, sin embargo la tregua fue buena, ver a los endémicos quejarse del frío con veintitrés grados centígrados es divertido, en los pasados dos años que llevo acá nunca he usado ni siquiera un chaleco sobre la camiseta, el frío intenso del altiplano de México que desde las heladas de octubre se va dejando sentir y hasta bien entrado marzo desaparece, obligan a salir con guantes y bufandas por la mañana, delicioso café con canela por las noches y por las mañanas inigualable champurrado acompañado con tamales verdes y rojos que dicho sea de paso en esta región son deplorables.

Vivir a solas es ventaja cuando es necesario andar semi, o totalmente desnudo a cualquier hora por la casa, sobre todo en las mañanas, abrir los ojos y meterse a la regadera, el agua que no es fría va despejando la mente aturdida en sueños vaporosos, el uso de huaraches de cualquier tipo es necesario si no se quiere tener la desagradable experiencia de pisar alguna cucaracha sorprendida husmeando por cualquier cosa que pueda comer sobretodo en las noches, pero igual puede ser una hormiga y aunque las hay de diferentes tamaños salen con la misma misión encontrar algo que llevar al hormiguero, no importa si es la cucaracha que alcanzaste a pisar, se las ingenian bien para desvalijarla, parecen mecánicos de la Buenos Aires, que desarman un auto completamente en el transcurso de una sola noche.

Me desagradan más ahora sin embargo, los ciempiés que sale de entre el despegado piso del azulejo del baño y eso fue a partir de ver una noche uno descomunal pasearse por mi salón de clases al encender la luz al llegar a casa, y cosa curiosa, la mañana siguiente despache de un pisotón otro similar justo fuera de mi dormitorio, fueron los únicos de escandaloso tamaño que me incomodaron lo bastante como para regar con insecticida los quicios de las puertas y ventanas.

Pero no todos los habitantes de mi casa de alquiler son detestables, me encantan las pequeñas arañas que de un día para otro ponen redes por doquier atrapando cualquier insecto que tome esa ruta con mala fortuna, y que decir de un tipo de lagartijas gris claro o tal vez semi transparentes que he dado en llamar “cuijas” las que por algún motivo que desconozco se hacen notar emitiendo una sucesión de agudos chasquidos de considerable volumen que llaman mi atención no importa lo que esté haciendo, -¡Orale pinche cuija!- le de vuelvo siempre festejando su eufórica expresión.

Mi propósito hoy no era escribir de plagas pero otra real es la de gatos, los que toman como dueño a nadie realmente, pasean libres por las largas filas de azoteas de las casas de interés social, y aún en las colonias del centro hay muchos mas, invaden los andadores de la colonia del mercado veintiocho, bajo los automóviles y entre parques mal cuidados son amos y señores, no hay cantidad de perros tal que pueda hacerles frente, por las noches expresan libremente sus felatorios instintos, cosa que deben envidiar sin duda las parejas de amantes que necesariamente practican sexo mudo dentro de las pequeñísimas casas con paredes comunes de los numerosos fraccionamientos populares de la ciudad.

La sed nunca termina, se me ocurre que “sudo y luego existo” es más coherente acá que la frase original; beber una cerveza bien fría tiene real sentido, y he agregado fría a la oración anterior, al recodar los cartones y cartones de cerveza tibia que beben por la sierra de Hidalgo en los bailes de pueblo o en las bodas en Guerrero donde todo el pueblo asiste sin necesidad de invitación.
La ventaja de vivir aquí es por supuesto, tener el mar por patio trasero, así se puede en el momento que se decida mandar todo al carajo, tomar el transporte y tirarse en la playa elegida muy a gusto para admirar la variedad de anatomías femeninas provenientes de todas partes del mundo, con las diversas tonalidades del azul del mar caribe de fondo, sin la molesta marejada de vendedores que no dan tregua como en Acapulco, aunque eso por otro lado es desventaja, nadie te ofrece por estas playas ceviche o huevos de codorniz, sin embargo y a propósito del puerto, he encontrado un lugarcito donde se puede comer un pozole que casi podría pasar por guerrerense si se omite agregarle queso o sardina, faltaría unicamente un ensamble musical de joviales y escandalosos morenos interpretando los mejores éxitos tropicales de Pepe Ramos ó la Luz roja de san Marcos; todo lo que se puede hacer es ir al Oxxo a comprar cerveza y Paquetaxo; para la música tendrás que adaptarte a la que haga sonar algún grupo de amigos con un bafle a baterías. Por las tardes es común ver llegar a los empleados de hotelería en grupos a beber cerveza y parlotear ese particular acento con el que pronuncian majaderías en Maya que no detallaré ahora.

No he escuchado de mar de fondo, ni que alguien haya sido revolcado por una gran ola, pero el sargazo me tiene hasta la coronilla, sobre todo por que es noticia diaria desde que arriba a la Riviera y hasta que por fin desaparece levantando toda clase de comentarios en contra de las autoridades que no toman cartas definitivas al asunto y generando estudios para ver si se puede utilizar de alguna forma útil en vez de dar mal aspecto y ahuyentar al turismo.

Ojalá la temporada de lluvias no se tan severa y permita salir y entrar de mi casa si tener que levantarme los pantalones sobre la rodilla intentando no resbalar con las botas y calcetines en las manos, ni que decir de algún huracán que no me ha tocado padecer en esta ciudad.
Ciudad que en realidad son dos, la primera diseñada y planeada con calles anchas, paseos y jardines con esa gente que procura no mirar al lado opuesto como imaginando que en realidad no existe, pero donde en realidad vive mucha gente que pasa de aquel lado imaginando vivir ahí, esta otra ciudad la que creció son ton ni son y sigue creciendo ganando espacio a la selva, con casitas casi de utilería y colonias irregulares.

Ambas conviven como las dos caras de la misma moneda, caras que al girar en el aire comparten irremediablemente el azar sin saber cual ha de rozar el suelo, y cual brillar de frente bajo el inclemente sol de este prematuramente finiquitado invierno.

Bibián Reyes
Febrero del !9
Benito Juárez Quintana Roo.