martes, 21 de agosto de 2018

FANTASMAS




 Uno como la mayoría se aparece por las noches, o es cuando más se nota su presencia, al parecer siempre está ahí al acecho de presentarse bajo cualquier pretexto, aunque no se sienta viento helado ni crujan puertas o se cimbren vidrios, menos se ericen vellos.

El otro por las mañanas se pasea como si nada, hace como que tiene una vida, va al trabajo, lava un plato, zurce calcetines o recalienta café aguado.

Por las noches el primero se introduce en los sueños del otro, y aunque el que duerme sabe que es un sueño, uno, dos, tres, cuatro segundos que le toma saberlo, le bastan para ser feliz, tanto que vivir (o creer que está vivo) vale esos cuatro segundos.

Y es que el  momento más incómodo del día es el relevo, somnoliento y feliz por el onírico encuentro, el fantasma diurno se queda con los ojos cerrados corriendo una y otra vez su pequeño loop, otras tantas el llanto le viene cuando el sol lo llama a existir en un plano distinto, un sueño dentro de otro, es difícil decidir cuál es menos real y más penoso el no poder decidir  en cual quedarse.

 Algo en conclusión hay de todo esto, el tiempo no es nunca una invarialbe, se alarga o acorta dependiendo lo que se experimente, las cosas buenas que en la vida existieron, se perciben tan irreales como si solo se hubieran imaginado, y esta figura fantasmal que ahora visten parece ser una constante en la que han permanecido indefinidamente.

Los días pasan, las noches vuelan, pero siempre es lo mismo, tan intangibles como clandestinos, comparten rincones, techos y umbrales, descarnados danzan sin tocarse nunca más, sin ojos en las oscuras cuencas, sin almas en los astrales cuerpos y sin te amos, los verdaderos o los fingidos; son las polillas triste comparsa a sus furtivos encuentros, película muda en blanco y negro, en gris y negro, en negro y negro.

Somos ahora solo dos pobres fantasmas, el tuyo que me atormenta siempre en las cálidas y desoladas noches, y el mío que aparenta vivir, deambulando perdido, entre un sinfín de rostros extraños.

HBRV
Ciudad de Cancún
Agosto del 18.

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