Cada vez planeamos sin saber
si el día siguiente será construido, si de casualidad a la nada se le ocurre
sabotear al cosmos y simplemente no dejarla crear uno nuevo, y mientras
nosotros con un gigante egocéntrico en la cabeza vamos por ahí pensando que
todo gira alrededor de nuestra pobre percepción, tu, yo, fauna fantástica,
somnolientos de ojos abiertos y mirada nublada, que en cada alumbramiento
prometemos tanto, basta ver a los ojos de un recién nacido para entender en
ello la gran creación en nosotros lograda.
Así, la esperanza de un
mejor mañana es el ingrediente principal de cada día, sin saber que solo
tenemos el hoy, el pasado se diluye en la bruma de la memoria con cada neurona
muerta, el futuro es una promesa ficticia de nuestra nerviosa imaginación, el
breve instante que ocurre se desperdicia en estas dos condiciones del tiempo.
Es el momento que ocurre el
que nos afirma la existencia, su volatilidad y maravilla, lo que consideras
bueno y malo de la misma manera pasa en justa equivalencia, y mientras me
balanceo sobre la delgada línea del bien y del mal, la sombrilla con la que
intento equilibrio escapa de mi mano, vuela lejos dejándome a merced del
azaroso movimiento de la soga.
Una mosca zig-zaguea cambiando
el rumbo sobre el plato, ¿que determina
su ruta? ¿Quién programó el concepto aleatorio?
Nunca el horizonte nublado
evitó al sol brillar tras de sí, ocultar su brillo es tan absurdo como negarte,
si te me sales por los ojos, por la boca, y dentro ahí en el alma espero
friolento a que recorras todas las habitaciones, corredores y laberintos, me encuentres
y tras de mis pasos guiados de tu mano, dejes tapiados los horrores que casi me
consumen.
Allá justo en la línea que
divide el suelo del cielo, ahí donde siempre amanece, la aurora nos dará
cobijo, tu alba será mi promesa y a diario tejeré en prosa historias que el ritmo de tu respiración dicte al subir
y bajarte el pecho.
Bebo de un trago el tiempo y
su azote, para con ello la composición química de mi cuerpo modifique su paso,
de tal suerte que el estar en tu regazo dure tanto como mi deseo lo dicte, y tu
ausencia solo sea una sombra gris que se refleje tras las cortinas cada que los
relámpagos de una tormenta lejana, dibujen su silueta triste sobre el cristal
de nuestra existencia.
Bibián Reyes
Diciembre del 2015
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