Alcanzar el
sol y tocarlo con las manos…
Porque nada
es igual después de alcanzar el cénit, estirar las manos y por un instante, tan solo uno, perder mi
condición humana y ser un dios de un momento.
El azul
gris del mediterráneo es una gran masa
inquieta, con olas que me previnieron agitando sus palmas de blanca espuma durante mi ascenso.
Creta parece así a mi particular vista, tan solo una galera botada al agua, anclada
en espera de vientos propicios, sin
embargo es otra embarcación la que de seguro ya me aguarda pues en tan solo
unos instantes ingresaré al Hades donde Caronte
en su bote conducirá mi alma del otro lado de la laguna Estigia.
Sublime la
vista del Egeo, del mar de Libia y del Jónico, muy distante parece el horizonte
que se curva precipitando el agua salada por los bordes del gran mundo.
La memoria
se conecta con los momentos más significativos de mi corto paso por la
vida, y en un instante del instante que
dura mi descenso, pasan ante mí las mil
imágenes retenidas, pero a sabiendas que es un recurso de la mente al saber que son sus momentos finales, dejo los
recuerdos a un lado y me concentro en el disco que a poco decrece cegando mis
ojos, adiós plato ardiente, adiós a tu calor y brillos, adiós a tu dorada
aurora, adiós a tu paternal amparo.
Más y más
veloz es mi desplome cortando al aire quién molesto muerde mis orejas al paso,
seca también lágrimas de un llanto bajo contradictorio, no lloro por lo que
pierdo, si no por lo que no alcancé, nunca di y nunca tuve…
Grande la
atracción que me precipita de vuelta, grande el celo de la tierra a sus
pertenencias, es como una madre celosa, como un avaro imposible y testarudo,
como una mujer que ama apasionadamente, es como tú, así como tú.
No hay
laberintos imposibles a mi gran par de alas,
ni alas posibles a tus grandes laberintos.
Allá en una
lejana cima Dédalo sigue con la mirada mi meteórico declive y pleno de dolor se
lamenta, pero arrepentido no estoy por
desatender su mediocre consejo: “ni tan
bajo tu vuelo Ícaro, ni tan alto”.
Fugaz mi ingenuo
intento, irresponsable mi arrojo descalificado por siempre, pero nada se compara con el instante eterno de
surcar el cielo en línea recta y…
Casi
alcanzar el sol, casi tocarlo con las
manos.
Bibián
Reyes, Diciembre del 14.
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