domingo, 27 de julio de 2014

Regreso a casa




Hace veintiún años, días más días menos que entré por primera vez a la radiodifusora, era de tarde, en la recepción estaba sentado un señor leyendo el diario, yo un poco nervioso le pregunté por el delegado sindical que no sé quién me había dicho que ahí trabajaba.
¡No esta! Me dijo con amabilidad, luego me miró con curiosidad y me preguntó:
¿Para que lo buscabas?
Soy operador de Radio le respondí con seguridad, y quiero ver si puedo trabajar en esta estación de radio.
Dejó entonces del todo el periódico en la mesa y me dijo con ese inconfundible tono amable:
Ah pues mira para eso no necesitas verlo a él, tienes que hablar conmigo, yo soy el dueño de la estación.
-Ah, pues mucho gusto señor-, le respondí, -mi nombre es Fulanito de tal y quiero saber si necesitan un operador en la estación-
Oye – me dijo- ¿ dónde has trabajado?
Uuu ni me hubiera preguntado eso, -en Radio Centro- le dije bien orgullosito.
Entonces me sonrió y me preguntó: -¿en serio? yo también trabajé ahí en Radio Centro,  ¿A quién conoces?-
-Al señor Vicente Atamoros, director artístico de la estación y al Sr. Sabino García que fue mi jefe en radio Consentida-
-Ah como no, si los conozco son mis amigos, además yo fui locutor de radio Variedades- me respondió muy animado y ya con más confianza me dijo:
-Oye ¿y sabes grabar?-

Fue mu primer puesto digamos formal en la parte operativa, pues en la radio de la capital me habían dado un interinato y muchas horas de práctica, además de haber hecho antes trabajo de campo como promotor de casa en casa.
En la XENQ aprendí muchísimas cosas, grabación y edición análoga en carrete abierto, rellenar cartuchos con cinta para pasar publicidad al aire; también ahí conocí a Luis Donaldo Colosio, grabé una célebre entrevista con Ricardo Garibay, conviví con Lourdes Guerrero y Flor Berenguer, fui dirigido por Don Ramiro Garza en programas especiales.
También recuerdo con mucha claridad el día que dos años y meses después el gerente de la estación me despidió, antes de salir el dueño me dijo con mucha pena: no sé por qué esto te pasó a ti, te voy a decir algo, pronto me van a nombrar director del Sistema de Radio y Televisión de Hidalgo, cuando sepas que estoy ya en ese puesto, búscame.
Asentí con los ojos rasos y salí a la calle, lloré en una jardinera frente a la estación.
Meses después me integré al sistema hidalguense de radio y televisión donde tuve la fortuna de conocer a otro grande de la radio en México: Don Jorge Quintero Rodríguez.
En la radio estatal aprendí otro tanto, grabar con Don Norberto Orduño la hora Nacional siempre era una gran clase de locución, tanto como editar las leyendas Hidalguenses del gran “Gato Seco”, fabulosa producción que nos tomaba horas de realización y post-producción totalmente en formato análogo.
Fueron cinco años de los que los primeros tres fueron los mejores, el día que dejé de aprender algo decidí salirme y regresar a la radio de mi querido Jefe.
Me tocó el cambio de formato a digital y el aumento de potencia de la estación, además la estación ya era un combo es decir transmitía en AM y en FM, pero las cosas no salieron bien para mí de nuevo y en un arranque de frustración acepté la invitación de la Radio Universitaria que estaba por iniciar transmisiones y necesitaba personal calificado.
El precio que pagué por esa decisión fue alto, perdí la confianza y la amistad de mi gran amigo, luego fui engañado por los dirigentes de la radio de la UAEH y en su lucha interna por el control de la nueva estación, nos despidieron a la mayoría sin pago alguno luego de poner “al aire” la estación.

El tiempo de vida pasa tan rápido como la lectura de estas líneas, la vida me llevó a los lugares exactos en dónde y cuando debía estar, hice muchos amigos y varios nuevos hermanos, la vida me dio mucho y me ha quitado otro tanto, y nunca la bonanza te hace crecer tanto como el infortunio; ni aprender tanto te hace ser más que otra persona.

La vida en su gran sabiduría me ha permitido regresar y hacer las cosas bien, remunerar el afecto y ayuda antes recibida, con enorme gusto y mucho cariño por la estación que me vio nacer profesionalmente, hoy catorce años después tengo la fortuna de recuperar a mi querido amigo, y es en todos los casos que las grandes amistades permanecen a pesar del tiempo y distancia, puedo afirmarlo categóricamente, pues tras un encuentro casual
y un gran abrazo, volví a entrar de nuevo a la difusora del brazo de quién me entrevistara aquella lejana tarde de 1993.
Hoy  codo a codo comparto la pasión por hacer Radio con mi querido y por siempre admirado Don Alejandro Wong.

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