jueves, 5 de mayo de 2016

ORACION PARA MI ESTRELLA DISTANTE






¿Que te atrajo de mí? Me preguntó una noche la estrella. 

¿Que clase de pregunta es esa? Respondí idiotamente ya que a una pregunta no se responde con otra, sin embargo lo justifiqué diciendo:

¡Vaya! Pues… ¡Eres una estrella! brillas para mí todas las noches en el firmamento, desde que te vi no hago más que esperar el tiempo para encontrarte y aunque haya nubes o tormenta estas siempre detrás aguardándome.

La estrella consternada por mi inocencia, respondió honesta:

Pequeño, el brillo que ves ahora salió de mi hace mucho tiempo, de hecho no era para ti  y es por las leyes inescrutables del tiempo y espacio,  que ahora tienes suerte en disfrutar.

Se hizo un breve silencio de tensión entre hombre y estrella, estrella y hombre, continué mirándola y sin desdibujar la alegría en mi rostro, a pesar del crujir en mi pecho repliqué.
Por supuesto, ¡Eres una estrella! Estabas ahí antes de mi llegada, otros te han adorado con simple verte, y antes de mi te han tenido como yo en este instante.

La estrella sonriendo enternecida dijo esto:

No debes preocuparte, yo estoy contigo ahora y es lo que importa.

A esto, solo pude pararme de puntitas extendiendo ampliamente los brazos para abarcarla y  las manos otro tanto ansiosas por estrecharla contra mi pecho en ardiente abrazo y, aunque de verdad me esforcé, no pude siquiera rozarla, los miles de kilómetros entre su rayo y mi devoción lo impidieron.

Decepcionado atisbé una última vez al cosmos plagado de bombillas ardientes, la humedad de mis ojos inundó en segundos mejillas y labios, corrí las cortinas y en la penumbra pronuncié con devoción esta plegaria:


De todas las alegrías eras la mayor por poseerte,
Y ahora que comprendo tu núcleo y tu compuesto,
Andar por ahí con tu brillo por pretexto,
No me hará de las gentilezas de la gente,
Así que en silencio te adoraré mientras,
De tu condición sideral no te desprendas,
O tal vez yo, al abandonar mi carne pueda
Emprender a prisa el viaje azaroso,
Y tras millones de años luz lo que de mí al cabo queda
Pueda contigo reunirse amante y jubiloso
Allá, tras el cobijo de la arcaica  Andrómeda
 Y el sutil reflejo del corcel Pegaso.

Bibián Reyes
Mayo del 2016

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