lunes, 18 de abril de 2016

HACERTE EL AMOR…






Hacerte al amor es mirar a la muerte, profundo en tus pupilas se haya la puerta y la llave que conducen al traspatio de este mundo o bien al gran patio de esta breve antesala, el instante que congela el tiempo al mirarnos así lo indica y de golpe se tiene el conocimiento de todas las cosas, pero tal magnitud de datos solo produce confusión y desconcierto, como al despertar de un intenso sueño y en segundos olvidarlo todo.


Hacerte al amor es sentir a la muerte, con sus amorosos brazos acogiéndome piadosa, quitando el yugo de la vida y sus congojas, para disfrutar en pleno la prodigiosa intangibilidad del alma, y con ello bailar la danza de la no materia y descubrir con ella infinitas posibilidades que, en un tiempo eterno que se traduzca a un instante  o tal vez un siglo para este plano, regresar con el hartazgo de nada cargar a cuestas.


Hacerte al amor es caminar con la muerte, pues el despejar la incógnita que la persona amada plantea, nos descubre carentes, desnudos e incompletos y la necesaria inercia por juntar estos, nuestros mutuos todos, nos echa a andar persiguiendo este anhelo, y más que una meta, es un ejercicio de cotidiana fantasía que solo se interrumpe al final del gran día.


Hacerte el amor es tocar a la muerte, pues en el chasquear de nuestros dientes entre desenfrenados besos, o  el crujir de huesos al chocar nuestras caderas , la intuyo risueña y divertida por el retozo de sus predestinados, y repasar mentalmente las fechas a convertir en polvo toda esa herramienta de la que ahora en loco frenesí , hacemos acalorado uso.


Hacerte el amor es desafiar a la muerte, pues esto que me mueve ahora y motiva todos los cuerpos y planos de mi existencia, superan por mucho sus alcances, pues tiene fundados sus dominios en las fronteras de la carne, y, solo con ella se cobre mi andanza en este mundo, segando mi vida satisfaga la sed del filo de su hoz y me permita allende, donde su toque y mirada no intimiden afirmar:


Hacerte el amor es vencer a la muerte,  al fundirme contigo de otras maneras en este momento insospechadas,  sin tiempo ni reloj,  sin cuerpo ni cansancio, sin día que ahuyente la noche, y sin principio que lleve a un fin.


 Bibián Reyes

Abril del 2016

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