viernes, 9 de septiembre de 2016

OTELO Y EL DEMONIO DE LA MEDIA NOCHE




Si la sangre mar embravecido que golpea las sienes, si los puños fuertemente contraídos blanquean la piel morisca, si la boca seca urge saliva que no segrega, si el mar agitado a sus espaldas solo una tormenta en un vaso de agua, al oído con mucha calma y mucho filo en la lengua Cadriel sesea lo adecuado conduciéndole suave pero directo a laberintos oscuros del alma, a la memoria primigenia donde el instinto era rey y el razonamiento una novedad en el proceso del pensamiento.


La mirada puesta en sucesos desarrollándose en su mente, le hacen parecer distraído y taciturno, nada corroe desgastando constante como la duda, nada provoca más dolor como el engaño y nada desata la ira así tan de tajo como la traición.


El baile de máscaras se desarrolla sin contratiempos, y tras las mascaras las intenciones impacientes por mostrarse rechinan los dientes en cada giro, en cada sonrisa y en cada abrazo estrecho demuelen hasta los escombros su gran amor inexorablemente.


Ya poseedor de su voluntad el demonio de la medianoche ahora lo mueve cual titiritero al títere, ya arroja en pedazos el espejo, y después de no dejar nada en pie, sale de su habitación resuelto a lo impensable, sus pasos en las baldosas resuenan en el silencio de la noche, su noche maldita.


Desdémona mujer amada, negra hechicera, perra traidora, ¿por qué amor del alma?


¿Acaso antiguos amantes desgastaron tu ilusión?


Si apenas ayer te entregabas toda en mi lecho con ardientes pasiones ¿o también eso fingías?


Dispuesto estaba a ser tu ciervo, tu fiel amante, tu devoto adorador, ¿Qué has hecho? 


¿Como puede tu semblante hermoso reflejar tanta frialdad? ¿Y cómo tu diáfana voz pronunciar tales palabras?


¿Qué fue de los te amos? ¿Y qué de mis manos sobre tu piel hasta hacerte perder el sentido?


¿Olvidaste la tibieza en mi regazo o fue acaso solo un sueño?


Márchate ahora, húndete en lo profundo, aspira y que el agua en tus pulmones te conduzca sin demora al peor rincón del tártaro.


Bibián Reyes

Septiembre del 2016.

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