Poseedor de enigmática naturaleza, infalible cazador, no de ratas si no de
sueños, atisba desde su rincón a solas, ajeno al gran mundo y su rutina, o al
menos eso parece, lo ignora sin complejos ni culpas, se dedica con real esmero
a dar con la realidad de pequeños misterios, desentraña literalmente la
interrogante si le es posible, ágil dueño de siete vidas, pero mal
administrador, las pierde todas de una vez.
Camina por rutas exclusivas, él y sus pasajes, él y sus andanzas, él y sus
visiones, sabedor de todos los secretos de quien obra en la penumbra,
se jacta de ello restregándose en las pantorrillas chantajista, ama de
los roedores lo furtivo y persigue no su cuerpo si no su elusiva emoción, ya
luego perdona la inmovilidad de su captura, olvidándole por cualquier rincón.
Sensual enigma con ojos de vidrio, que miras allende el mundo, los reinos de
las sombras son tu traspatio, extra infalible de todo lo que huela a misterio y
terror nocturno, ensalivas tus manos para duchar tu aura, luego de copular salvaje
sobre los tabúes de las ancianas.
La luna persa fondea tu silueta por siempre, y los tejados nunca serán lo
mismo sin el sigilo de tus movimientos, real dueño de la noche, vecino al
que todos rehúyen ceder el paso, la gitana que alguna vez leyó tu palma
dijo que tu numero es el trece y tu día el viernes, tu mes noviembre y tu
elemento el fuego.
Lujo de faraones, confidente de brujas, experimentado evasor de proyectiles
(diría zapatos pero creo que eso es
falso), tibio en el regazo, me ronroneas al oído sueños lúdicos, voyeur
experimentado, atisbas por las entretelas o tras los cristales y conjugas
mejor que nadie en tercera persona, a plenitud el adjetivo placer.
Bibián Reyes agosto
del 15.
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