viernes, 28 de agosto de 2015

LITERATURA SALVAJE




Abrir la tapa de un libro es una emoción que se equipara a otras muy contadas, tú imagina cual y dímela,  yo puedo describir en el vientre una hormigueo sin parar hasta completar la lectura, entonces se abren nuevos y maravillosos horizontes, parajes de ensueño o inimaginables terrores se vierten en la imaginación como sopa caliente en la barriga del hambriento, pinceladas de emociones invaden directamente el hipotálamo provocando sensaciones que se adhieren dentro de los órganos según sea el tema, los grandes romances impulsan a regar testosterona o estrógenos, la intriga y el misterio oculto obligan a sudar frío y dilatar las pupilas, la literatura erótica a lamer y relamer cada frase y  partir de ello  mil posibilidades nuevas se crean en el mundo, ahora los rostros que en la calle observo me parecen sospechosos y familiares, todos cuentan una historia al andar, al mirar, al charlar desparpajados, una madre jalonea a un infante,  pero yo veo el reflejo a sus insatisfacciones, un viejo marcha lento, mil arrugas le cruzan el rostro apesadumbrado ¿Será por una vida llena de limitaciones, o el abandono de hijos ausentes?  Allá un par de quinceañeros en uniforme descubren las delicias del beso entre embates hormonales y risas apenadas, conocen de la anatomía del opuesto solamente lo que en los libros de texto con morbo velado han estudiado.


 Adentrarse en las páginas de un gran libro es como ingresar a territorio salvaje, porque aunque  la razón conoce perfectamente que es artificioso todo lo leído, no sustrae de la imaginación las emociones contenidas en cada línea, así cada aventura, cada lágrima, cada emoción y éxtasis leído, toma forma y crea un cuerpo mental dentro de nosotros ensayando en un nivel mágico lo experimentado por el o los protagonistas; leyendo y releyendo, rezagándonos cuando es delicioso, apretando el paso cuando es preciso.


Lejos va quedando esa tarde de finales de los setentas,  cuando  recién instruido en la lectura, mi madre me compró en un puesto a ras de banqueta, de segunda mano claro, un “clásico de oro ilustrado”  ya eran amarillentas sus páginas cuando  leí por vez primera la historia del noble Ben Hur, su triste antagonismo con Mesala y el privilegio de ver en su paso por la vida, la manifestación carnal del Hijo de Dios.


Creo también que los libros poseen una especie de conciencia, y creo que uno no elige que leer si no las lecturas lo eligen a uno, que la filigrana de letras que forman palabras, tejen fino  línea a línea dentro del alma, transformándonos para nunca ser los mismos y al cerrar la tapa trasera finalizada la lectura, es como hacerse de un nuevo amigo, y despedirlo en un puerto rumbo a los confines del recuerdo, en una dimensión perenne de la efímera existencia.

Bibián Reyes Agosto del 15.

viernes, 21 de agosto de 2015

EL GATO



Poseedor de enigmática naturaleza, infalible cazador, no de ratas si no de sueños, atisba desde su rincón a solas, ajeno al gran mundo y su rutina, o al menos eso parece, lo ignora sin complejos ni culpas, se dedica con real esmero a dar con la realidad de pequeños misterios, desentraña literalmente la interrogante si le es posible, ágil dueño de siete vidas, pero mal administrador, las pierde todas de una vez.

Camina por rutas exclusivas, él y sus pasajes, él y sus andanzas, él y sus visiones, sabedor de todos los secretos de  quien obra en la penumbra,  se jacta de ello restregándose en las pantorrillas chantajista, ama de los roedores lo furtivo y persigue no su cuerpo si no su elusiva emoción, ya luego perdona la inmovilidad de su captura, olvidándole por cualquier rincón.

Sensual enigma con ojos de vidrio, que miras allende el mundo, los reinos de las sombras son tu traspatio, extra infalible de todo lo que huela a misterio y terror nocturno, ensalivas tus manos para duchar tu aura, luego de copular salvaje sobre los tabúes de las ancianas.

Tú el mejor sobreviviente al oscurantismo, posees los secretos de los nigromantes, la agilidad de los acróbatas y la inocencia de los niños.

La luna persa fondea tu silueta por siempre, y los tejados nunca serán lo mismo sin el sigilo de tus movimientos,  real dueño de la noche, vecino al que todos rehúyen ceder el paso,  la gitana que alguna vez leyó tu palma dijo que tu numero es el trece y tu día el viernes, tu mes noviembre y tu elemento el fuego.

Lujo de faraones, confidente de brujas, experimentado evasor de proyectiles (diría  zapatos pero creo que eso es falso), tibio en el regazo, me ronroneas al oído sueños lúdicos,  voyeur experimentado, atisbas por las entretelas o tras los cristales y conjugas mejor que nadie en tercera persona, a plenitud el adjetivo placer.

Bibián Reyes  agosto del 15.